
La acción pasa por la concienciación
¿Sabías que… un medicamento esencial de bajo coste, como es el sulfato de magnesio, puede marcar la diferencia entre una complicación mortal y la supervivencia de decenas de miles de mujeres embarazadas cada año en todo el mundo? En el marco de la campaña informativa vinculada al certamen de vídeos #Visualizarte, proponemos una posible agenda para luchar contra la inequidad de género en el acceso a la salud, desde un prisma realista y global.
Frente a la ya analizada (en diversas entregas de la campaña Visualizarte en este blog) desigualdad de género en el ámbito sanitario, sólo cabe establecer una acción coordinada en pro de la salud universal de las mujeres, sea cual sea su ubicación geográfica y su nivel de ingresos. Si comenzamos por el efecto más severo de esa inequidad, la mortalidad materna, llegamos a la primera de las soluciones posibles: hacer efectivo el acceso a una serie de medicamentos esenciales, de bajo coste, que permitirían evitar una gran parte de estas muertes. Algunos, como el sulfato de magnesio, podrían asegurar anualmente la supervivencia de decenas de miles de mujeres en todo el mundo.
Otra de las medidas urgentes, cuya eficacia ha sido probada ya en muchos países durante las últimas décadas, es la de implantar métodos de planificación familiar, así como asegurar la disponibilidad de medicamentos para la salud reproductiva. Pero también su accesibilidad real, por encima de consideraciones culturales, políticas o religiosas. Iniciativas que supondrían una considerable mejora en los indicadores de mortalidad femenina, y en general en el estado de salud de millones de mujeres.
Existen numerosos frentes en los que trabajar para una mejora del acceso de las mujeres a la atención sanitaria, pero lo más importante es ser conscientes de que somos partícipes en al menos uno de esos ámbitos: desde las instituciones internacionales por la promoción de la salud a los entornos comunitarios y familiares, pasando por los diferentes gobiernos estatales y las entidades locales, todos estos colectivos deben implicarse en la implementación de políticas públicas favorables y dotadas de presupuestos adecuados. Es la única vía para garantizar el buen funcionamiento de las cadenas de suministro farmacéutico, el control de calidad de los medicamentos y la capacitación del personal sanitario.
Resulta especialmente efectivo que estas medidas se adapten a cada entorno respetando la diversidad y con un trasfondo integrador, basado en el enfoque de derechos humanos. Y es que, como señalábamos al comenzar esta campaña informativa, la base para alcanzar la equidad de género se halla en el reconocimiento internacional del derecho a la salud y, en concreto, de los derechos sexuales y reproductivos. Estos fueron mencionados por primera vez en la Conferencia Mundial de Derechos Humanos de Teherán (1968) y, en esencia, definen la capacidad de decidir libre y responsablemente el número de hijos, disponiendo de toda la información y los medios para ello, y sin sufrir discriminación, coacción o violencia en esa elección.
Esta agenda viene en parte sugerida por las consideraciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que además establece como fundamental la participación activa de las mujeres y sus organizaciones en la definición y aplicación de las políticas. Asimismo, destaca la investigación en este campo y la monitorización de los progresos a la hora de generar conciencia social sobre las dimensiones y la índole de las dificultades a las que se enfrentan mujeres de todo el mundo en el acceso a la salud. De ahí que también resulte fundamental el papel de las iniciativas y los proyectos que tratan de visibilizar esta problemática. En nuestro próximo artículo os traeremos algún ejemplo de estas buenas prácticas.